Me he topado varias veces con personas que preguntan cómo se obtiene el promedio de bateo de un jugador, la efectividad de un lanzador o hasta el porcentaje de «embasado». En realidad es bastante básico y es propicio, siempre que se pueda, aclarar dudas al respecto.
Vamos a comenzar con la efectividad de un lanzador, que es al fin y al cabo lo que define si un serpentinero está siendo efectivo o no. Muchas veces se comete el error de evaluarlo por su cantidad de victorias, pero ese último departamento está íntimamente ligado con el respaldo ofensivo.
Por ejemplo: ¿Un pitcher que permita 10 carreras limpias pero lo respalda su equipo con 11 anotaciones y al final se apunte la ganancia hizo su trabajo? Está claro que no, entonces cobra valor la efectividad, que acumula las carreras limpias que fueron consecuencia de la labor exclusiva del pitcher o una buena defensa. ¿Entonces cómo se saca la ERA (earned runs average, por sus siglas en inglés)?
Se dividen las carreras limpias recibidas entre el número de entradas lanzadas y el resultado se multiplica por 9. Por ejemplo: Félix Hernández lanzó 200 entradas y le hicieron 50 carreras limpias, su efectividad será de 2,25. Las carreras sucias o por errores de la defensa, no cuentan. Cuando digo que las victorias no determinan si el pitcher anda bien, tan solo basta mirar 2010 cuando “El Rey” ganó el Cy Young con apenas 13 victorias y 12 derrotas. Ganar depende de que te apoyen ofensivamente.
¿Y el promedio de bateo? Se multiplica el número de hits (sencillos, dobles, triples y jonrones) por mil y se divide entre los turnos al bate. Es importante saber que no se toman en cuenta los boletos, ni golpeados o toques y elevados de sacrificio como turnos legales. Vamos a sacarlo entonces: Miguel Cabrera presenta 500 apariciones legales y 200 hits, su promedio será de 400.
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